Introducción: La
formación de alianzas
El dominio sobre las áreas coloniales provocó conflictos
entre las potencias que se resolvían a través de acuerdos diplomáticos, o bien
de guerras que se mantenían dentro de un mareo estrictamente local. Además, las
alianzas que se formaban duraban poco y los países cambiaban de bando
frecuentemente, según las circunstancias.
Sin embargo, las reglas de juego de la diplomacia
internacional fueron variando poco a poco. A medida que crecían las necesidades
de expansión de las grandes potencias industriales, las confrontaciones se
fueron haciendo incontrolables. Por un lado, era difícil resolver los
conflictos en un escenario que se había ampliado. Los enfrentamientos ya no
sólo podían presentarse en Europa sino también en África, China o el Medio
Oriente. Además, había nuevos competidores y eran muy agresivos. Estados Unidos
y Japón se habían convertido en grandes potencias que se disputaban el dominio
del área del Pacífico. Alemania aparecía pujante y poderosa, pero insatisfecha
por haber llegado tarde al reparto colonial. Sus intereses expansionistas en
China y África del Sur chocaban con el dominio que los ingleses habían
establecido en esas zonas. Justamente, las posiciones irreconciliables entre
Alemania e Inglaterra fueron las que generaron un sistema de alianzas
permanentes que puso en peligro la paz mundial. Por un lado, se formó la Triple
Alianza, que en realidad fue sólo una alianza entre Alemania y Austria-Hungría,
pues Italia, el tercer integrante, no tardó en apartarse. Por otro, Francia, el
Imperio ruso y Gran Bretaña se unieron en la Triple Entente.